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martes, 5 de agosto de 2014

La Muerte



Mi padre y yo hemos hablado sobre la muerte, lo hemos hecho ya que mi abuelita Mamita Chabelita como le llamábamos Mateo y yo; murió el 24 de Junio. Mi padre y mi madre estuvieron  muy tristes cuando llamarón para darnos la noticia, aunque sabíamos que esto pasaría porque estaba ya mayor. Este 15 de Agosto iba a cumplir 91 años. 

Mateo y yo en realidad la hemos conocido muy poco tiempo solo unos 3 meses en nuestras vidas, la última vez fue hace un año cuando fuimos 1 mes a visitarle. Pero si le conocemos mucho por todas las historias que mi padre nos cuenta de cuando él fue niño. Por estas historias sabemos que le gustaba mucho los dulces y la azúcar tanto que hasta a veces hasta la ponía  en el pan; que nosotros heredamos su sensibilidad ya que somos muy sentimentales, que le gustaba mucho reír y que contaba que nunca había bailado; que le gustaba cantar, pero solo lo hacia en la misa y estaba orgullosa que sabía de memoria toda la historia sagrada que aprendió de un libro que su padre le regaló cuando ella hera pequeña; También sabemos que no fue paciente y se podía enfadar fácilmente (como mi padre). Mi madre me cuenta que le quería y le encantaba escuchar sus historias y sabe que ella también la quería mucho.

Mi padre dice que la muerte es uno de los grandes misterios de la vida, que las personas siempre la han querido explicar y encontrar razones, que se han creado religiones por esta causa y que ya hablaremos de las religiones en el futuro.

Me dice que los seres vivos nacemos con una necesidad de proteger la vida y a esto se le llama instinto primario, es decir que está metido en el interior de nuestro ser; que los seres humanos desde el inicio de los tiempos hemos querido vencer este instinto primario; de hecho me cuenta que por ejemplo en el antiguo Japón se esforzaron mucho con este tema de tal manera que por ejemplo los samuráis que fueron unos guerreros formidables, pasaban mucho tiempo intentando anular este miedo y cuando lo lograban podían ir a la batalla sin miedo; de hecho me dice que por ejemplo que en el manejo de la espada del samurái casi no existen movimientos defensivos y que hay innumerables historias sobre el arte de la espada y su concepto de la muerte; me cuenta una historia que a él le parece el mejor resumen:

“Existía un samurái muy bueno con la espada y que pensaba que hera el mejor del mundo y un día para probarse de que esto hera cierto fue a la orilla de un puente cerca de una población grande y prometió retar a un duelo a muerte a  100 hombres que cruzaran el puente y que los mataría aceptarán o no su reto, no paso mucho tiempo y este luchador ya había matado a 99 hombres por lo que esperaba el último para cumplir su promesa. En ese momento cruzaba por el puente un monje budista muy joven y el samurái le detuvo y lo reto dejándole claro que no importaba si aceptaba o no el reto ya que él lo asesinaría sino lo aceptaba; el joven monje le dijo que debía entregar un mensaje muy importante a otro templo y le pidió por favor que le dejara entregar este mensaje y por su honor regresaría para el combate; el samurái acepto y el moje llevo el mensaje. Cuando el monje entregó el mensaje se despidió de su maestro y le conto  de su encuentro con el samurái y la promesa que le hizo y dado que hera un monje joven jamás ni siquiera había cogido una espada por lo que sabía que moriría. Su maestro le dijo que ya que no tenía ninguna posibilidad de ganar al menos debía morir de una manera correcta por lo que le enseño a blandir la espada sobre la cabeza y luego mantenerla en alto y le dijo que cerrara los ojos y se concentrara en la base de la cabeza a esperar un frío intenso en esta zona que cuando llegara ese frío eso sería la muerte.

El monje llegó al puente donde le esperaba el samurái le dio las gracias y blandió la espada como le enseño su maestro y la dejo en alto concentrándose en la base de la cabeza esperando el frio intenso por su parte el samurái pensaba para sí mismo, que ya hera extraño que alguien regresara a un reto a muerte si no estaba seguro de ganarlo, luego le miro como blandió la espada y como cerraba los ojos, empezó a acercarse y luego a rodearlo y miraba que este monje no se movía, se decía para sí que solo un maestro en la espada adopta una postura de ataque y lo de cerrar los ojos y perder la vista le parecía alucinante mientras tanto el joven monje solo esperaba el frio intenso y se olvido de todo lo demás tanto que después de un tiempo le despertó los gritos y la suplica del samurái que estaba convencido que al menor movimiento suyo lo iba a cortar por la mitad pidiéndole que le dejara ser su discípulo”

Mi padre me dice que todo lo que creamos de la muerte será lo que nos condicione nuestra vida, que mi abuelita le dijo alguna vez que nadie nunca a regresado de la muerte por lo que no sabremos jamás como realmente es. Pero que si sabemos algo que es muy real, que las personas siempre estarán entre nosotros, cuando las recordamos y recordamos su vida, las cosas que vivieron y como reaccionaron a las cosas que les toco vivir, las enseñanzas que nos dejaron. Por esta razón mi padre va escribir para mí y Mateo la vida de nuestra abuelita Chavela para que la conozcamos como fue y siempre sea inmortal en nuestra mente.