Mi padre y yo hemos
hablado sobre la muerte, lo hemos hecho ya que mi abuelita Mamita Chabelita
como le llamábamos Mateo y yo; murió el 24 de Junio. Mi padre y mi madre
estuvieron muy tristes cuando llamarón
para darnos la noticia, aunque sabíamos que esto pasaría porque estaba ya mayor.
Este 15 de Agosto iba a cumplir 91 años.
Mateo y yo en realidad
la hemos conocido muy poco tiempo solo unos 3 meses en nuestras vidas, la
última vez fue hace un año cuando fuimos 1 mes a visitarle. Pero si le
conocemos mucho por todas las historias que mi padre nos cuenta de cuando él fue
niño. Por estas historias sabemos que le gustaba mucho los dulces y la azúcar
tanto que hasta a veces hasta la ponía
en el pan; que nosotros heredamos su sensibilidad ya que somos muy
sentimentales, que le gustaba mucho reír y que contaba que nunca había bailado;
que le gustaba cantar, pero solo lo hacia en la misa y estaba orgullosa que
sabía de memoria toda la historia sagrada que aprendió de un libro que su padre
le regaló cuando ella hera pequeña; También sabemos que no fue paciente y se
podía enfadar fácilmente (como mi padre). Mi madre me cuenta que le quería y le
encantaba escuchar sus historias y sabe que ella también la quería mucho.
Mi padre dice que la
muerte es uno de los grandes misterios de la vida, que las personas siempre la
han querido explicar y encontrar razones, que se han creado religiones por esta
causa y que ya hablaremos de las religiones en el futuro.
Me dice que los seres
vivos nacemos con una necesidad de proteger la vida y a esto se le llama
instinto primario, es decir que está metido en el interior de nuestro ser; que
los seres humanos desde el inicio de los tiempos hemos querido vencer este
instinto primario; de hecho me cuenta que por ejemplo en el antiguo Japón se
esforzaron mucho con este tema de tal manera que por ejemplo los samuráis que
fueron unos guerreros formidables, pasaban mucho tiempo intentando anular este miedo y cuando lo
lograban podían ir a la batalla sin miedo; de hecho me dice que por ejemplo que
en el manejo de la espada del samurái casi no existen movimientos defensivos y
que hay innumerables historias sobre el arte de la espada y su concepto de la
muerte; me cuenta una historia que a él le parece el mejor resumen:
“Existía un samurái muy
bueno con la espada y que pensaba que hera el mejor del mundo y un día para
probarse de que esto hera cierto fue a la orilla de un puente cerca de una
población grande y prometió retar a un duelo a muerte a 100 hombres que cruzaran el puente y que los
mataría aceptarán o no su reto, no paso mucho tiempo y este luchador ya había
matado a 99 hombres por lo que esperaba el último para cumplir su promesa. En
ese momento cruzaba por el puente un monje budista muy joven y el samurái le
detuvo y lo reto dejándole claro que no importaba si aceptaba o no el reto ya
que él lo asesinaría sino lo aceptaba; el joven monje le dijo que debía
entregar un mensaje muy importante a otro templo y le pidió por favor que le
dejara entregar este mensaje y por su honor regresaría para el combate; el
samurái acepto y el moje llevo el mensaje. Cuando el monje entregó el mensaje
se despidió de su maestro y le conto de
su encuentro con el samurái y la promesa que le hizo y dado que hera un monje
joven jamás ni siquiera había cogido una espada por lo que sabía que moriría.
Su maestro le dijo que ya que no tenía ninguna posibilidad de ganar al menos
debía morir de una manera correcta por lo que le enseño a blandir la espada
sobre la cabeza y luego mantenerla en alto y le dijo que cerrara los ojos y se
concentrara en la base de la cabeza a esperar un frío intenso en esta zona que
cuando llegara ese frío eso sería la muerte.
El monje llegó al puente
donde le esperaba el samurái le dio las gracias y blandió la espada como le
enseño su maestro y la dejo en alto concentrándose en la base de la cabeza
esperando el frio intenso por su parte el samurái pensaba para sí mismo, que ya
hera extraño que alguien regresara a un reto a muerte si no estaba seguro de
ganarlo, luego le miro como blandió la espada y como cerraba los ojos, empezó a
acercarse y luego a rodearlo y miraba que este monje no se movía, se decía para
sí que solo un maestro en la espada adopta una postura de ataque y lo de cerrar
los ojos y perder la vista le parecía alucinante mientras tanto el joven monje
solo esperaba el frio intenso y se olvido de todo lo demás tanto que después de
un tiempo le despertó los gritos y la suplica del samurái que estaba convencido
que al menor movimiento suyo lo iba a cortar por la mitad pidiéndole que le
dejara ser su discípulo”
Mi padre me dice que
todo lo que creamos de la muerte será lo que nos condicione nuestra vida, que
mi abuelita le dijo alguna vez que nadie nunca a regresado de la muerte por lo
que no sabremos jamás como realmente es. Pero que si sabemos algo que es muy real,
que las personas siempre estarán entre nosotros, cuando las recordamos y
recordamos su vida, las cosas que vivieron y como reaccionaron a las cosas que
les toco vivir, las enseñanzas que nos dejaron. Por esta razón mi padre va
escribir para mí y Mateo la vida de nuestra abuelita Chavela para que la
conozcamos como fue y siempre sea inmortal en nuestra mente.
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